Podemos calificarla como creativa si queremos, pero así es como
parerce definirse la destrucción económica que estamos viviendo
en el sector de la publicidad. Creativa porque es una crisis de
creatividad a gran escala. Y es que, según los últimos datos que nos llegan, los
anuncios en prensa escrita han caído en torno a dos tercios,
desde los 60 mil millones de dólares a finales de la década de los 90 hasta los
20 mil millones del pasado 2011.
Últimamente no se oye otra cosa que “la prensa está muerta”.
Pero lo cierto es que por 20 mil millones de dólares, es el tipo de muerte por
el que muchas personas darían su vida. Nunca oímos a la gente decir “los bares
o las discotecas están muertos” cuando, de hecho, los ingresos actuales de esta
industria son también de unos 20 mil millones de dólares, al menos en EEUU.
Así que la razón por la que la prensa está en apuros no es que no esté
ganando grandes cantidades de dinero, que sí lo está haciendo. El problema es
que ahora ha llegado un gigante que se lo está comiendo:
internet. Y el modelo actual de la prensa en papel necesita una
reinvención inminente.
Y no podemos echarle toda la culpa a los blogueros. Durante décadas la prensa
ha confiado en un simple subsidio cruzado para pagar por su cobertura. No se
puede sacar mucho dinero de un anuncio que está compitiendo frente a una
historia en un tamaño A1 como la de las bombas en Afganistán o la reducción del
déficit. Esas historias son la puerta a través de la cual los lectores caminan
para encontrar anuncios relacionados con la sección de motor,
la de viajes, la de clasificados… Pero la inversión
publicitaria ha comenzado a fluir hacia las páginas web que le dan a la
gente lo que quiere sobre coches, estilo de vida o clasificados, directamente. Y
ahí es donde están ahora los lectores, por lo que la inversión en prensa en
papel ha caído estrepitosamente.
Por ello, los periódicos y las revistas deberían empezar a
centrarse más en sus webs y buscar modelos de publicidad y
precios que pudieran mantener al periodismo por sí solo sin necesidad
de anuncios. Por otro lado, se espera que la gente con dinero siga pagando por
la producción de buenos artículos escritos en grandes cantidades de papel.
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